Fuente: Barton Gellman Washington Post - 24-12-2013 |
La voz famliar al otro lado del teléfono no malgastaba palabras.
¿Qué hora da su reloj exactamente?
Cotejó la respuesta con su reloj y describió un lugar para el encuentro.
“Le veré ahí,” dijo.
Edward Joseph Snowden apareció a la hora acordada, solo, mezclado con un pequeño grupo de turistas y viandantes. Al acercarme levantó ligeramente el brazo para dar la mano, luego con un movimiento del hombro indicó el camino que debíamos seguir. Poco después llevo a su vistante hasta un lugar seguro fuera de la vista del público.
Durante más de 14 horas de entrevista, la primera que ha recibido desde que llegó en junio, Snowden no abrió las cortinas ni salió de la habitación. Rusia le concedió asilo temporal el 1 de agosto y sigue siendo un objetivo de interes primordial para los servicios de inteligencia, cuyos secretos vertió a una escala épica.